lunes, 1 de abril de 2013

5 causas de distanciamiento de nuestros adolescentes y cómo evitarlas

La adolescencia es una etapa de la vida de todos nosotros donde ocurren algunos de los cambios más grandes que se experimentan a lo largo la vida.

Por primera vez en nuestra vida empezamos a tomar decisionesy a establecer rutinas que elegimos nosotros mismos. Es un tiempo de desarrollo, de aprendizaje no solo académico, sino social y personal. Un tiempo de experimentación, de obstáculos y oportunidades.
Y por todo ello, el apoyo de los padres y madres en esta época es fundamental. Sin embargo, dependiendo del tipo de apoyo que les demos provocaremos una conexión auténtica y útil, o por el contrario un distanciamiento del adolescente.
Este distanciamiento hace que nuestros esfuerzos por ayudarles acaben en la mayoría de las ocasiones en frustración y preocupación por su futuro.
 
A continuación expondremos las causas más comunes del distanciamiento de los adolescentes hacia los padres,con el fin de traer consciencia al impacto que ciertos comportamientos pueden provocar, así comoque hacer para evitarlo.
1)    Imponemos nuestra ayuda sin que nos la pidan.
Es decir, damos nuestra opinión sobre como deben de hacer las cosas, o nuestra solución a lo que nos cuentan sin que ellos nos pregunten nuestra opinión, o forma de verlo.

Consecuencias de este comportamiento:
Si nuestro hijo, hija, viene a contarnos algo que le ha ocurrido ese día o recientemente, e inmediatamente procedemos a solucionarle el problema con “lo que tienes que hacer es ….”, puede ocurrir que piense que no confiamos en su capacidad de solucionar sus propios problemas y se sienta inseguro o inadecuado a nuestro lado, y lo que es peor, que en situaciones futuras no venga a contárnoslo con el fin de evitar esos sentimientos.
Que hacer diferente:
En primer lugar, podemos preguntarles a ellos si han pensado, o saben que hacer al respecto y escuchar abiertamente e intentando comprender su forma de resolver la situación. Después de haber escuchado comprensivamente, puede ser el momento de OFRECER nuestra forma de ver la situación con una pregunta como: “¿Te gustaría saber cómo lo veo yo?” y si dicen que si la compartiremos y si dicen que no, pues nos quedamos con ella para nosotros.
De esta forma ellos saben que estamos ahí para ayudarles siempre que quieran y lo necesiten fortaleciendo la relación con nuestro apoyo, su autoestima e independencia con nuestra confianza y promoviendo el pedir ayuda como clave para conseguir avanzar cuando estamos atascados.
2)    Les decimos lo que tienen que hacer de forma muy repetitiva.
Así cada día les decimos que estudien, que hagan esto o lo otro. Y seguro que muchos ahora estáis pensando: “Es que si no, no lo hacen!!”. Pero, ¿hemos probado de alguna otra manera?
Consecuencias de comportamiento:
Cada vez que le decimos a un adolescente que haga algo de forma repetida, les mandamos señales de que no confiamos en él ni en su capacidad de responsabilizarse de sus deberes. La interpretación más común por parte del adolescente es: “se deben creer que soy tonto y no me entero” y crea sentimientos de frustración que pueden llevarle a hacer precisamente lo contrario de lo que se les pide.
Que hacer diferente:
En el caso de tareas domésticas que afectan al funcionamiento de la familia y que son reglas de la casa, podemos exponer la lista de tareas que hay que hacer y dejarles que elijan ellos. Una vez que han elegido es muy útilexponer con claridad y precisión cómo y cuando se realiza la tarea. De esta forma estamos promoviendo el valor de la colaboración, el trabajo en equipo y de la responsabilidad.
En el caso de tareas personales: estudios, deportes, vida social y entretenimiento, les podemos apoyar haciéndoles responsables de su propio horario. Dejando que sean ellos los que lo deciden y creando pactos, o acuerdos, que aseguren que se cumple el horario. Por ejemplo: si deciden que van a estudiar dos horas y luego salir con los amigos una hora, el acuerdo puede ser, que si no estudia las dos horas no sale. De esta forma aprenderán a ponerse objetivos alcanzables, algo que no es nada fácil ni para los adultos, y a responsabilizarse, ya que han sido ellos los que lo han decidido.
Es también importante decir en alto que confiamos en ellos y en que harán lo mejor que puedan, siempre y cuando lo sintamos de verdad.
3)    Consideramos nuestra forma de ver las cosas como la correcta.
Y es que claro, tenemos más experiencia que ellos, y por lo tanto sabemos más de lo que es bueno para ellos, las amistades que les convienen y de cómo tienen que vivir su vida para ser felices y para que les vaya bien.
Consecuencias de este comportamiento:
Cuando hablamos con nuestros hijos desde la posición de “estar en lo correcto”, inconscientemente les estamos diciendo que la forma que tienen ellos de verlo es incorrecta. Es decir, su forma de pensar, o de ver las cosasno es respetada, o por lo menos, no es tratada con la misma igualdad, promoviendo así la ley del más fuerte, e incluso la injusticia. El adolescente, piensa que no le entendemos y al no haber aprendido todavía como defender sus puntos de vista, o a ser asertivo con lo que necesita y quiere, tiende a responder a estos comportamientos evitando compartir lo que les pasa.
Que hacer diferente:
Debemos escuchar atentamente que es lo que el adolescente quiere comunicar y por qué es importante para el, o ella. Y para ello tenemos que cambiar el foco mientras escuchamos, y en vez de tenerlo en nosotros mismos y en nuestro conocimiento sobre lo que es mejor para mi hijo, hija, dirigirlo hacia ellos con la intención real de comprenderles. De este forma tendrán la sensación de que son escuchados y comprendidos abriéndose a comunicar más de lo que ocurre en sus vidas.
Nuestra experiencia no es más que eso, NUESTRA experiencia. Y nuestra forma de ver las cosas no es más que, NUESTRA forma de ver las cosas. Debemos encontrar dentro de nosotros la flexibilidad y aceptación suficientes para ver otros puntos de vista y así apoyar a nuestros hijos, hijas, a encontrar lo que más les conviene teniendo en cuenta siempre su felicidad y su unicidad.
Debemos prestarles atención a ellos, en vez de a lo que queremos de ellos, o para ellos, e interesarnos por lo que les hace felices, lo que consideran importante, etc.
4) Queremos asegurarnos que nunca les pasará naday nos dejamos llevar por nuestros miedos
Nosotros somos los responsables de todo lo que le pase a nuestros hijos y por lo tanto es comprensible que para evitar “hacerlo mal” o “fallar” queramos evitar cualquier situación de riesgo, o por lo menos saberlo todo por si pasa algo.
Consecuencias de este comportamiento:
Con el objetivo de asegurarnos que nada malo le pase a nuestro hijo, hija, tendemos a sobreprotegerlos, y para ello en ocasiones les abrumamos con preguntas de “¿a dónde vas? ¿con quien vas? ¿cuándo vas a venir?” que ellos interpretan como una intromisión en su vida y falta de independencia y de ahí que no les guste darnos ese tipo de información.
Que hacer diferente:
Nosotros sabemos por que hacemos esas preguntas, pero ellos no tienen por qué saberlo. Así que nunca está de más ser transparentes y decirles, además de preguntarles, por qué les hacemos las preguntas. También podemos hacer que ellos sientan empatía con nosotros haciéndoles poner en nuestra posición y preguntándoles como lo ven ellos desde nuestro lugar.
De nuevo, estás son buenas oportunidades para incentivar la responsabilidad y el sentido común mediante acuerdos y tratos a los que hemos llegado en común.
5) Nos dan miedolos cambios y nos resistimos a ellos.
La adolescencia trae cambios no solo en el adolescente sino en nuestra relacióncon el, o ella, y no siempre es fácil adaptarse a los nuevos cambios. Sobre todo si nos gustaba como era nuestra relación antes del cambio.
Consecuencias de este comportamiento:
Los nuevos cambios nos pueden traer frustración, por que ya nos hacen caso a lo que les pedimos que hagan como antes, o tristeza por que ya no nos lo cuentan todo, o prefieren hablar con sus amigos a compartir con nosotros.
Podemos incluso llegar a sentir miedo de perder la relación con nuestro hijo, hija, y de que si no hacemos algo al respecto será así para el resto de nuestras vidas. O miedo a que no nos hagan caso y se echen a perder a perder, habiendo fallado en nuestro trabajo como padres, o madres.
Estos sentimientos hacen que en ocasiones malinterpretemos el comportamiento de nuestros hijos, hijas, hacia nosotros provocando más de lo que intentamos evitar, el distanciamiento.
Que hacer diferente:
Lo primero es aceptar que el adolescente ya no es un niño, niña, y que nuestra relación también va a ser diferente. A continuación es importante que nos paremos a pensar que tipo de relación queremos tener, respetuosa, armoniosa, cercana, etc,  para así poder trabajar en construirla tal y como la deseamos.
A la hora de construir una relación madura basada en el respeto ayuda mucho el mirar a nuestro hijo, hija, con el fin de verles como personas únicas que cuentan con sus fortalezas y sus debilidades igual que nosotros, y a la vez entender que nosotros también somos únicos y que no necesitamos saberlo todo, si no que lo podemos ir aprendiendo de la mano de nuestro hijo, hija.
Conclusión:
·         La causa más común que provoca el distanciamiento de los adolescentes es el hecho de no tenerles en cuenta lo suficiente a la hora de relacionarnos con ellos y de encontrar la mejor forma de apoyarles.
·         Para conseguir una relación madura y adulta con nuestros hijos adolescentes primero tenemos que aproximarnos a nuestros hijos desde la base de que son buenos,  y dignos de nuestro amor, respeto, tiempo y atención.
 
Por Mónica García. El Factor Humano